Como en un trailer que nadie filmó puse hace unos meses: que me encantaba Elmato pero que me apenaba darme cuenta de que habían encontrado una fórmula, un abc para sonar excelentes, para escribir épico, y no salían de ahí.
Que me gustaría escucharlos en una zona un poco más riesgosa, que no controlaran tan bien.
(La semana pasada escuché “El Tesoro” en el Día% de Laprida y Constituyentes y fue rarísimo, igual me pareció bien.)
El 22 de junio a la medianoche salió “La síntesis O’Konor”, el último disco de Elmato y lo escuchamos todos juntos diría, básicamente, en Twitter. A la otra mañana, inexplicablemente, nos sabíamos todos los temas. Hasta hoy nos estamos faveando los estados en los que tiramos fragmentos de este trabajo hermoso.
El 22 de junio también, nos acercamos a Niceto para ver a la banda de sonido de nuestra juventud adulta. Cero épica, cero ritual: Elmato es individual e interno a gritos y colectivo en silencio.
Tal vez correrse de la formulita, de la batería-de-banda-indie, correrse de la canción perfecta, te lleva a otro lado, porque con unas cuantas personas está pasando esto:
En este disco del que hablamos con tanto cariño se sumó un percusionista, y percusión en sentido amplísimo: sintetizadores, metalcitos y colores. Mi veredicto (?) es que la percusión siempre siempre siempre te suma matices y complejidad.
El monstruo ya se alimenta solo: hace poco salió un libro sobre Elmato (primera parte de una trilogía) y todo el mundo está de un lado u otro pero nadie puede dejar de hablar. Amo.
El monstruo ya se alimenta solo: asistimos a una proyección espontánea onda Elmató The Movie: ya no es la banda sino lo que nos imaginamos que vemos en la banda.
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La Síntesis O’Konor en YouTube